20130728

El perfil ulltracatólico de la candidata del PSOE a la Junta de Andalucía

Susana Díaz ha sido elegida, la semana pasada, candidata socialista a la presidencia de la Junta de Andalucía, después de ganar unas elecciones primarias, sin urnas, por cierto. Se trata, al parecer, de una burócrata de la élite del PSOE andaluz, en el que inició su andadura política en las Juventudes Socialistas, siendo éste, el ámbito de su militancia, su única experiencia laboral. Algunos dicen que es tenaz y trabajadora. Otros, desde su mismo partido, la tachan de carecer de profundidad en su posición ideológica y de conocimiento de líneas de acción política. Ya sabemos que nadie es del gusto de todos.

Sin embargo, al leer, al respecto, las noticias en la prensa, he percibido algunos de sus matices biográficos que me llaman poderosamente la atención: la candidata socialista a las próximas Elecciones autonómicas andaluzas tiene una amplia experiencia como catequista católica. Es católica practicante, cofrade de la Esperanza de Triana, es aficionada a los toros (a su tortura, por mejor decir), es forofa de la Semana Santa , e incluso fue Baltasar en una reciente cabalgata de Reyes. Nada atípico ni anormal, sino, al contrario, son rasgos que pueblan la biografía de muchos miles de andaluces y de españoles. Y cada quién, sólo faltaría, es muy libre de tener las creencias, las aficiones y las adhesiones que le vengan en gana. Pero reconozcamos que su biografía, según sale en la prensa, parece más que de una socialista y progresista, la biografía de una votante del PP.

Ciertamente el asunto no me acaba de cuadrar y me produce, cuanto menos, algunas sospechas. Porque técnicamente un catequista es un adoctrinador en unas creencias determinadas. Adoctrinar en creencias es alejar al adoctrinado de la libertad de pensamiento y de conciencia, es anular la libertad personal más íntima de un ser humano, es combatir y anular el librepensamiento, algo contrario absolutamente a los postulados esenciales y originales del socialismo, en general, y del PSOE, en particular. Recordemos que Pablo Iglesias, el fundador de su partido, era un convencido defensor del Estado Laico, un gran valedor de la supremacía del poder civil frente al religioso y de la libertad de conciencia, como base irrefutable de la ideología democrática que le llevó a fundar el partido, en sus inicios laico por definición, en el que ahora milita la señora Díaz. Aunque reconozcamos que el PSOE de las últimas décadas parece alejado absolutamente del laicismo fundacional que caracterizaba el armazón ideológico del partido.

El confesionalismo es uno de los grandes problemas históricos de este país, que se prolonga hasta nuestros días en virtud del Concordato, a día de hoy aún vigente, entre el Estado Español y el Vaticano; Concordato, firmado por Franco en 1957 y refrendado en 1979, que le otorga a la Iglesia católica un inmenso poder, unos desproporcionados ingresos económicos sustraídos del dinero público, y su presencia sempiterna en la educación, la sanidad, los servicios sociales, el ejército e, incluso, el ámbito penitenciario.

Probablemente la señora Díaz no haya oído hablar jamás, o sí, pero en términos errados, de que el confesionalismo es absolutamente contrario a cualquier postura políticamente progresista. No hablo de creencias, no; cada quién, repito, es muy libre de creer en lo que quiera; digo confesionalismo, que es la intromisión de las creencias en el ámbito de lo civil y lo público. Probablemente la señora Díaz desconozca lo que significa la separación de Iglesias y Estado, uno de los grandes adalides de cualquier causa ideológica de izquierdas. Quizás desconozca el hecho de que el confesionalismo es uno de los más grandes enemigos de la democracia, que genera desigualdad e intolerancia, y todos los grandes problemas y conflictos propios del integrismo y el fundamentalismo religioso, que no es otro que el fundamentalismo político.

Ojalá esté errada, y quizás la señora Díaz mantendrá sus creencias en el ámbito de lo privado, sin afectar a su parcela de representante público. Sin embargo, me temo que no es tarea fácil, y me temo que cuando alguien está adoctrinado en ideas de intolerancia, por más que se exhiban en sentido contrario, la intolerancia pasa a formar parte de su ideología, consciente o inconscientemente. Porque muy difícilmente se puede defender el librepensamiento cuando no se es librepensador.

De ahí que el filósosfo chileno Sebastián Jans insista en su brillante máxima “la democracia es laica o no es democracia”. Y de ahí que Noam Chomsky escribiera, en el prólogo del “Curso de autodefensa intelectual” de Norman Baillargeon: “Creo firmemente que los ciudadanos de las sociedades democráticas deberían hacer un curso de autodefensa intelectual para protegerse de la manipulación y el control, y sentar las bases para conseguir una democracia mejor”. Cuanto más, una representante pública de un partido progresista, futura presidente de una importante Comunidad. Tengo la sutil sensación de que Susana Díaz, como otros muchos miembros del partido de la oposición, debería de hacer uno de esos cursos.

Coral Bravo es Doctora en Filología

El PSOE y el laicismo : Periódico digital progresista

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